Anti-valores "El Egoísmo"

El egoísmo es notoriamente nefasto, intolerable en el ser humano. La personalidad del egoista , tiende a hacerse fría y deja de hacerse portadora de afectos. La persona egoísta, no espera, exige. No otorga, piensa sólo en si misma.

Busca, ante todo, que se le rinda pleitesía, aún por encima de los valores y consideraciones, que merece la otra persona. El egoísta se convierte en un tirano y exige de los demás consideración , respeto y honores. Concedérselos sería normal, pero en el caso de una persona egoísta, le hace creer que, todo lo merece en grado sumo y que quienes la rodean o tratan, familiares o amigos, están obligados a concedérselos. No piensan: “voy a da lo mejor de mi misma, con amor, agrado y simpatía. Por el contrario, piensan que son ellos quienes son merecedores de encomio y alabanzas. Un ser desprovisto de egoísmo, logra mucho con suavidad y cariño y no con tanta arrogancia y altivez. Por lo tanto, en ningún momento, se convierte en dictador.

Cuando el egoísmo se refleja en forma detrimente en el seno del hogar donde nació y creció, pierde su solidez y su grandeza. Muchas veces, los hijos tienden a olvidar los múltiples sacrificios de los padres y a pagar éstos, con hostilidad e indiferencia, causando mucho dolor y tristeza , a quienes no deben.

Se ciegan por vivir su vida propia olvidándose de sus deberes sagrados, para con sus progenitores, pues no basta con hacerles llegar un dinero, para que no perezcan de hambre. Se precisa la presencia de ellos , el afecto expresado para los viejos, cuya juventud quedó muy lejos, habiéndoles llegado, la pesada noche del invierno.

El egoísmo destruye lo mas bello del ser humano: el amor hacia los demás, la bondad, la comprensión, la humildad de corazón, la sencillez.

Si queremos triunfar dentro de lo humano y social, debemos despojar nuestra alma de todo egoísmo; tratando de compartir los problemas ajenos, aliviando, en cuanto nos sea posible, el dolor humano y brindándole la sinceridad de un afecto. Aprendamos la verdadera lección de la generosidad. El egoísmo destruye toda posibilidad de ser feliz, de amar a los otros.

Al egoísta le rodea un mundo extraño, le hace portador de hostilidades y antipatías.

No nos dejemos arrastrar por este nefasto sentimiento inferior, perdiéndonos la dicha más hermosa y satisfactoria: ofrecer lo mejor de nosotros mismos.